Martín Vitali emociona cuando habla del Racing campeón, a 24 años de la gran gesta. En pleno receso, con el mercado de pases encendido, a la Academia le hizo un llamado la historia y con ella se activó una efeméride que les pone la piel de pollo a los hinchas: un día como este sábado, el 27 de diciembre de 2001, el equipo de Mostaza Merlo se zambullía en la gloria al conquistar el Torneo Apertura, le ganaba a la feroz presión con la que supo convivir y enterró una racha de 35 años sin títulos a nivel local.
En una jornada tan especial, que invoca un aluvión de bellos recuerdos, Pelotín hizo un repaso de lo que fue aquel hito, de cómo lo vivió y cómo lo marcó para siempre. Un antes y un después en su vida que agradece. La crisis social de aquel año, el consecuente riesgo de que se postergara el partido, luego la cancha de Vélez explotada, también el Cilindro repleto ante la pantalla gigante. El calor, las Fiestas en el medio.
"En la última práctica, antes del partido suspendido, el Polaco Bastía y Chatruc se agarraron a trompadas por los nervios. Queríamos jugar sí o sí. Éramos un poco egoístas. Para nosotros lo más importante era ese partido. Veníamos embalados, sabíamos que el momento era ahora. River (competidor directo) quizá prefería vacaciones. Mostaza empujaba para jugar. Pasamos Navidad concentrados, brindamos y volvimos a entrenarnos porque no podíamos regalar nada frente a un rival acostumbrado a definiciones", reveló el ex lateral por la derecha de 50 años, en diálogo con Bolavip.
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Lateral-volante de gran ida y vuelta, aguerrido, con determinación para mandarse al ataque, enviar buenos centros y retroceder con eficiencia, Vitali se metió en la memoria colectiva académica: "La gente de Racing es especial, te brinda un amor excesivo. Todos los que pasamos nos enamoramos del club. Para mí Racing es mi casa. Ojalá esparzan mis cenizas ahí... Jugar ahí, peleando el descenso o campeonato, es hermoso".
Pelotín palpa el afecto de los hinchas cada vez que visita el Cilindro. "Voy a la cancha cada tanto. La gente me abraza, pide fotos y dice 'gracias'. Me siento endeudado de por vida con los hinchas de Racing: es demasiado por lo que hice. Di lo máximo, jugué lesionado seis partidos con el tobillo roto porque lo sentía. La gente no os abe ni tiene por qué, pero el fútbol es noble: hacés lo que tenés que hacer con respeto a la camiseta que te permite cumplir tu sueño", comentó.
La historia de Pelotín tiene una particularidad. Fue feliz, alcanzó el máximo reconocimento de su carrera luego de cruzar de vereda: "Algunos ex compañeros me jodieron con 'traidor" por mensaje, pero siempre con buena onda. Tengo excelentes vínculos con ex compañeros de Independiente. En los veteranos se entiende que es un trabajo".
El ex defensor tiene en grabado a fuego en su cabeza aquel entrenamiento, el último previo a la estrella. "A esa práctica llegamos todos tarde. Yo me asusté, la gente hacía cola para sacar entradas, se demoró hora y media", dijo.
Y siguió rememorando lo que era aquel clima: "El día del partido íbamos por la 25 de Mayo hacia Vélez, con autos escoltándonos. Y de la mano contraria venían miles con banderas de Racing hacia Avellaneda. Ahí nos enteramos de que el Cilindro también estaba repleto. Fue una locura. Después, jugando en Chipre, le mostraba videos a un compañero ucraniano. 'Mirá lo que es Racing'. Dos canchas llenas el mismo día. Por eso siempre quise jugar en Racing".
Vitali, además, admitió que fue imposible conformar otro equipo con ese espíritu, pese a que varios campeones de 2001 permanecieron en el plantel un par de años más y otros, en algún momento, regresaron. "Nunca volvimos a armar un equipo de esa generación. Había buenos jugadores -subrayó-, pero no el mismo conjunto. En 2003 jugamos bien la Libertadores, peor no era lo mismo".
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