"Cuando volví a Tita lagrimeé"

"Lugo es una ciudad chica, de alrededor de 100.000 habitantes y que está en el norte de España. Estoy acá hace dos años y medio. Es linda, cómoda, chiquita y pintoresca. Se come mucho pulpo a la gallega... Me gusta involucrarme en su cultura". Desde Europa, Pablo Caballero es otro Racing x el Mundo que hablo mano a mano con RdA. A la Garza, que a los 30 años juega en la Segunda de España, todavía lo conmueve pisar Avellaneda a pesar de las grandes diferencias con las que vive en este pequeña parte de España, donde el frío y la lluvia son moneda corriente. 

Caballero hoy juega en Lugo, España.

 

-¿Cómo es el hincha ahí?
-Hay de todo, pero son educados. El hincha que te ve te para. A veces sentís que te quiere decir algo pero no se anima a acercarse. Es otra cosa que en Argentina, lo viven distinto. Son más europeos. Acá son hinchas del Madrid, Barcelona o Deportivo... Coruña es una de las ciudades grandes más cercanas.  Y simpatizan por el Lugo, equipo de la ciudad. 

-¿Costó al principio llegar con tanta vorágine?
-Es complicado porque uno llega acelerado, pero te ponés a tono. Te obliga a estar tranquilo. Acá se duerme siesta, tipo pueblo. Al mediodía se corta, a las cinco arranca todo de nuevo. Los comercios recién abren a las 10 de la mañana. La gente está a acostumbrada a andar bajo la lluvia.

 

-Saja contó que la Segunda es muy competitiva...
-Los años que estuve me pasó que cualquiera le gana a cualquiera. Hay históricos. Tenés una campaña mala y descendés. Está el Rayo, Zaragoza... No hay promedios y subir es muy difícil... Algunos hasta pelean por no volver a descender... Nosotros perdimos con los de abajo y les ganamos a los de arriba. Lugo era un equipo de Segunda B que subió hace cinco años. El objetivo es permanecer, afianzarse, pero durante el año podés ganarle a Mallorca, Getafe.. Te vas ilusionando.

-¿Contra Saja jugaste?
-Lo vi. Hablamos un rato, me comentó que recién llegaba a Zaragoza y en ese partido iba al banco. Y con el Nástic yo recién salía de una operación en el pubis.

-¿Seguís a Racing?
-Sí. El otro día lo vi contra Lanús. Estoy empapado, hay compañeros, gente del club que uno quiere mucho. Sé que es otro club, no hace falta que me lo cuenten. Lo veo, lo sigo y me pone contento. Hay un progreso enorme. El año pasado, en las vacaciones, volví al Tita y lagrimee. Las canchas que hay, el estadio que hay. Es otro Racing. Me alegro... Es notable.. Cuando estaba ahí lo veía venir, era cuestión de tirar todos para el mismo lado. Racing iba a resurgir, es gigante el club... Hay mucha gente atrás...

-¿Te acordás cuántas canchas había en Tita cuando jugabas vos?
-Cómo no me voy a acordar. Había una sola cancha, en muy buen estado, que era donde se jugaba los sábados. De hecho es la principal hoy en día. Después había otra paralela, que era toda de tierra. En el calentamiento tenía que sacar las piedras, ese era un objetivo. Cuando vi a Manguera (el canchero),  se me llenaron los ojos de lágrimas junto a mi vieja... 

-¿Si tenés que recordar un gol en Racing?
-Contra Godoy Cruz, en 2009. Veníamos muy mal, era un rival directo... Me acuerdo que fui al banco, entré y pude hacer el gol de cabeza. Después de ahí comenzamos a ganar y terminamos salvándonos con Caruso ante Gimnasia de Jujuy. Ese gol marcó al equipo.

-¿Te gustaría volver?
-Ojalá... Pero nunca se sabe. A quién no le gustaría volver hoy a este Racing. Acomodado y sin deudas. Para los chicos que vivimos otra realidad, la pasamos mal en años anteriores siempre sería muy lindo. Decís "la pucha por qué no me tocó este momento a mí". Todo cambió. Me saco el sombrero con la gente que la peleó siempre desde adentro.

-¿Con quién te seguís hablando?
-Con La Flaca Yacob, Matías Martínez, Iván Pillud. También con Marcos Acuña, que jugué con él en Ferro. Una gran persona y es un fenómeno. No dudaba de que le iba a ir bien. En su momento le pregunté "¿Marquitos está todo dado? Ni lo dudés, eh. Te la van a poner fácil, hay buena gente". Dicho y hecho: se acomodó enseguida. Es un jugador de Selección... Siempre fue así... Se veía que le daba para más, todo lo que se ve en Racing lo hacía en Ferro. Te ponía el culo y era imposible sacársela.

 

 

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