El orgullo de una familia

Olga es una señora mayor, pero se la ve tan erguida como vital. También se la percibe inquieta, contrariada e ilusionada, como quien espera algo muy difícil y al mismo tiempo sabe que en cualquier momento puede cristalizarse. Ella no hizo a tiempo de llegar a la puerta del hotel antes de que su "bebé" se metiera en una de las habitaciones intenta, en vano, comunicarse con él desde la calle. Claro, el operativo no es nada fácil: la persona buscada está por cenar y mantiene el teléfono celular apagado para evitar pagar la típica multa como norma de convivencia de algunos planteles durante las concentraciones. De tanto insistir con su pedido, la abuela logra que un un miembro del personal de  seguridad intervenga. Y más que eso... El hombre le da el visto bueno y ella, ansiosa, sube las escaleras hacia su encuentro con el nieto en el interior del lugar. Allí la recibe Lautaro Martínez, el chico que, según Olga, "me hace sentir orgullosa". El pibe que está cerca de ser vendido al Inter de Italia en 33.000.000 de dólares, lo que se transformará en una cifra récord en el fútbol argentino.

La mujer consiguió lo que por estas horas cualquier hincha de Racing desea: estar cerca del jugador del momento y cruzar algunas palabras. La joya de la Academia está en Bahía Blanca, la tierra -su tierra- a la que siempre regresa cada vez que puede. En este caso, por trabajo. Para jugar contra Olimpo por primera vez en esta ciudad que, como la nona del Toro, se siente orgullosa de tenerlo como personalidad destacada del deporte. El pibe de 20 años y una madurez extraña para esa edad, aquí es más local que en el Cilindro mismo. Y qué decir de lo que pasa por sus venas cuando pisa el club Liniers, donde jugó desde Predécima categoría hasta la Primera, desde 2007 a 2013.

 

Sus raíces están en el complejo Oscar Zibecchi (ahí hizo todas las Inferiores) y en la sede del club, donde en este verano pasó sus vacaciones en la pileta junto a sus amigos de toda la vida, en vez de elegir otro destino costoso. Sentido de pertenencia se llama lo de Lautarito, como lo llama Carlos Quinteros, histórico hombre de las divisiones menores de El Chivo (así apodan a Liniers). "Es un chico que siempre fue grande por cómo piensa. De chiquito ya se comportaba como un profesional. En este club le damos mucha importancia a la parte humana, a la familia. La de Lautarito nos ayudó siempre, y también nos trajo a Alan, el hermano que ahora juega en la Primera", cuenta el entrenador.

Liniers es una entidad que compite en el Torneo Federal B y también se golpea el pecho por otros jugadores surgidos de a cantera como Ezequiel Miralles (hoy su vicepresidente segundo), Francisco Pizzini, Pablo Paz y Agustín Bouzat, entre otros. Precisamente la madre del último de los mencionados aparece sobre una cortadora de césped trabajando en una de las canchas. "Porque acá ayudan todos. Es todo a pulmón en un 90%, hay sólo un 10% de sustento de sponsors", le cuenta José Biblao a RDA. Como aquí los billetes no abundan (los dirigentes ponen mucho de sus bolsillos), por supuesto que hay mucha expectativa por lo que vayan a recibir por la transferencia de Martínez al Inter. El albinegro posee el 20% de la ficha y le corresponderían cerca de 5.000.000 de dólares, aunque no hay certezas de que vayan a cobrar esa suma.

Un perro se pasea por las canchas entre caminos internos de tierra seca que, en algunos tramos, vuela al paso de los autos. Unos riegos artificiales hacen su tarea por allá y por acá, sentado en el banco de  suplentes, Mario, papá del Toro, señala un arco: "Ahí metió la mayoría de los cinco goles que un día le metió a Huracán Ingeniero White, uno de cabeza. Yo lo seguía siempre desde aquella tribuna. Si ya me emocionaba cuando hacía cosas diferentes en esa cancha, imaginate lo que sentí el domingo pasado al escuchar que todo el estadio lo coreaba y lo pedía para la Selección. Piel de gallina...".

Antes de generar tanto ruido, Lautaro se formó como futbolista de Liniers pasando por todas las divisiones. Tanto rindió que apenas pudo jugar dos partidos en Primera, el inicial con un gol. "Un día vino Fabio Radaelli (NdeR: ex coordinador de las Inferiores de Racing) a verlo.Me dijo que 10 minutos ya le habían alcanzado para convencerse de que debía ir a Racing. Y así fue... En 2014 se fue a la Sexta", evoca el papá, que también fue futbolista (lateral izquierdo) y pasó por Liniers. Al igual que el Toro, él también irradia gratitud porque este club lo trató de maravillas a pesar de que antes había jugado en Villa Mitre, clásico rival. "Doné un riego artificial y pelotas para las Inferiores. Hablaré con mi papá para saber qué les hace falta. Es lindo ayudar y devolverle un poco a este club que me enseñó un montón de cosas y siempre trató bien a mi familia", cierra Lautaro Martínez desde su arrraigo a Bahía Bñanca y su amor eterno hacia el club Liniers.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio