"Pensé en matarme, pero estoy más vivo que nunca"

Racing negocia la continuidad de Cristaldo.

La cabeza vuela al ayer. Al pasado fresco, que está cerca y a la vez muy lejos de lo que es hoy. Procesa la pregunta en la charla, toma fuerza y confiesa lo que fue el pensamiento más triste de su vida. Duró segundos nomás, pero fueron tan dramáticos que no los olvidará jamás aunque quiera olvidarlos. Jonatan Cristaldo quiebra en llanto y, como puede, evoca algo que pinta con crudeza aquel sufrimiento en la peor época de su vida. Cuando estaba hundido en la depresión, cuando no sentía ni fuerzas para vestirse cada mañana, cuando ya ni pensaba en la pelota. Cuando estaba enfermo. Fue durante el segundo semestre de 2017 que ¿estuvo? en Vélez. Estaba acabado quien resurgió después de tocar fondo y el domingo jugó de titular en la Academia. “Tuve pensamientos oscuros. Muchos. Me acuerdo que una vez, cuando iba manejando, me agarró como un ataque de pánico, de depresión. Pensé en darme un palo con el auto. Fue muy feo. Pensé en matarme”, se desgarra por dentro y las lágrimas le asoman. Inmediatamente, hace una aclaración acompañada por una sonrisa tan tierna como pura. “Ahora me siento más vivo que nunca, eh...”, le cuenta, ya reconstruido, a Olé.

-¿Cómo empezó esa etapa tan dura?

-Coincidió con los tres meses que estuve parado en Vélez, sin hacer nada, es la verdad. En Vélez no era un profesional...

-¿Por qué?

-Porque no levantaba ni una taza... Me iba al gimnasio y me entrenaba como una persona normal, digamos. No hacía las cosas que corresponden a los jugadores de fútbol.

-¿Qué te llevó a esa desidia?

-Pensaba que con eso me alcanzaba para estar bien. Estaba cómodo. Y listo.

-¿No te picaba el bichito de la competencia? ¿Tanta desmotivación tenías?

-Estaba ido... Encima tenía muchos problemas personales, sobre todo familiares y con amigos. Eso también influyó bastante. Después, cuando ya hacía la pretemporada, empecé a sentirme mucho mejor. Me repuse. Hasta que a los dos o tres partidos me lesioné y nunca más volví bien en lo físico. Y arrancó la decadencia, de nuevo.

-¿Cómo fue eso?

-Por ejemplo, con la alimentación. Mi escape era comer y a veces hasta tomar un poco de más. No estaba bien psicológicamente, me sentía deprimido. Nunca en mi vida pensé que pasaría eso... No se lo deseo a nadie. Yo soy un chico muy alegre, pero en ese momento veía todas cosas malas. Todo lo malo de mí y en los demás. En todos.

-¿Acudiste a una asistencia terapéutica?

-Sí, me sirvió mucho mi psicóloga. Le estoy agradecido a ella. La necesitaba porque había momentos en los que no tenía ganas ni de levantarme de la cama, no quería ni ir al entrenamiento. No salía de mi casa, no quería ver ni a mis amigos. Fue una suma de todo. Como te decía antes, fueron muchos problemas juntos de familia y con amigos. Se hizo una bola grande. Mi gran problema es que siempre quise ayudar a todo el mundo. Y a veces no puedo hacerlo con todos.

-¿Sentías culpa?

-Culpa, eso. Es que desde chiquito yo soñaba con debutar en Primera para ayudar a mi familia y no porque quería hacerlo por mí. Otro gran problema era que me guardaba mucho las cosas. Nunca le contaba nada a nadie porque no quería molestar con problemas míos que debía resolver yo solo. Pero entendí que, a veces, hablando se resuelven las cosas. Y así fue. Me limpié mucho. La psicóloga me dijo algo que me quedó: “Si vos estás mal no podés ayudar a nadie”.

-¿Y ahora qué sentís?

-Recuperé la alegría, me siento profesional de nuevo. Vengo a entrenarme con ganas. Y ahora disfruto de las pequeñas cosas.

-¿De cuáles?

-De ir a comer con amigos, de levantarme cada mañana para ir a practicar. Hasta puedo disfrutar de mis hijos. Antes me quedaba a cuidarlos y me la pasaba con el teléfono viendo boludeces por Instagram o Twitter. Ahora estoy con ellos, disfruto de que me abracen. A veces no les damos valor a esas cosas hasta que pasa algo malo. La vida me dio una segunda oportunidad de demostrarme que lo que hacía estaba mal. Y debo aprovecharla.

-¿En algún momento creíste que no jugarías más?

-Sí, había dejado de pensar en el fútbol. No quería saber más nada de nada.

-¿Qué significó Coudet en tu vida?

-Me hizo resucitar futbolísticamente. Siempre le estaré agradecido. Nunca pensé que después de seis meses muy malos en Vélez, más otros seis como jugador libre, iba a tener la posibilidad de llegar a un equipo tan grande como Racing. Encima, no es el Racing de otras épocas. Este es el que muestra un fútbol lindo, que pasa su mejor momento en todo sentido. Chacho me hizo volver a debutar en el fútbol.

-¿Qué te dijo cuando te llamó por primera vez para seducirte?

-Que confiaba a muerte en mí, que me quería recuperar. Yo le respondí que estaba con muchas ganas, que se lo agradecía. Le dije que nunca pensé que estaría en este Racing. “Bueno, bueno, metele”, me pidió. Chacho me tenía mucha fe. Hoy me mantiene muy motivado, eso es importante.

-Tu obligación de no fallarle debe ser mayor, ¿no?

-No les puedo fallar a él, a Diego (Milito, el manager) ni a Víctor (Blanco, el presidente). Les aseguré que estaría muy comprometido con ellos por la chance que me dieron. Tengo que demostrarles todos los días. Es una gran oportunidad en mi carrera.

-El buen clima que genera Coudet puertas adentro te debe ayudar a mantener bien el ánimo.

-Cuando el ambiente está bueno como ahora, hace muchos chistes. Pero cuando nos tiene que poner mano dura, lo hace. Cuando te tiene que decir las cosas en la cara, también. Me gusta que va de frente. No hay mejor manera que trabajar que esa.

-Te había pedido que llegaras sin panza... ¿Y cómo reaccionó cuando te vio?

-”Trajimos al Churry sin la panza”, decía, je. “Vamos a poner un centro de rehabilitación”, jodía también. “Se juntaron los gorditos, ¡cómo los rehabilité a ustedes dos!”, nos decía a Amaral y a mí. Nos vuelve locos, es un personaje. A veces te hace olvidar que es el entrenador, pero cuando te lo tiene que hacer saber, lo hace... Eso es importante porque el jugador no se puede relajar nunca.

-Hablemos del equipo. ¿Qué demostró Racing el domingo ante Central?

-Que estamos muy bien. Por ahí, todo el mundo esperaba que perdiéramos por la forma en que quedamos eliminados en la Libertadores. Pero demostramos que estamos vivos, con muchas ganas, mentalizados. Una vez que hicimos el duelo por la derrota con River, el sábado comentábamos entre nosotros que teníamos que ganar porque, si no, se vendrían dos semanas muy difíciles en este parate. Al partido con Central lo empezamos a ganar un día antes, desde la cabeza. La gente estaba enojada, pero si nosotros demostrábamos ganas en los primeros minutos, nos iba a acompañar como lo hizo.

-¿Cómo creés que se mira a este Racing puntero desde afuera?

-Debe ser difícil para los rivales enfrentarnos. Tenemos mucha confianza en nuestros compañeros. Vamos a salir a jugar de igual a igual en todas las canchas, vamos a dar pelea en el campeonato.

-Jugaste de inicio por primera vez con Licha López. ¿Cómo fue la experiencia?

-Antes de conocerlo ya sabía cómo se entrega en la cancha. Lo de Licha nos tiene que tocar a todos. Yo, que recién llegué al club, veo que el ídolo de la gente corre como loco. ¿¡Y cómo no voy a correr yo!? Me tiene que motivar y dar más ganas de correr. A mí siempre me gustó eso también. Pasa que ahora corró más porque estoy mejor físicamente. Cuando estaba un poquito excedido de peso me cansaba más rápido. Ahora corro, corro y no me canso. Es en modo automático. Eso pide el Chacho: perdemos la pelota y tenemos que correr todos.

-¿Qué opinás de todo lo que pasó con Centurión?

-Hay que entenderlo porque no es fácil ser Centurión por todo lo que es y de dónde viene. Yo también vengo de un lugar parecido. Hay que acompañarlo. Algunos lo tratan como si fuera un monstruo. Y nada que ver. Ya lo conocía de Brasil, cuando yo jugaba en Palmeiras y él en San Pablo. Te sentás a hablar con él y es un gran chico, un ser humano con un corazón grande. Andá a preguntarle a un chico de 25 años, que va a la facultad, que estudia, que trabaja en un local de ropa o que no hace nada, si no quisiera hacer lo que hace Centurión: salir con sus amigos y pasarla bien, siempre y cuando al otro día no tenga que entrenarse. Tiene que ser responsable también.

-¿Y qué pensás del gesto que hizo cuando salió expulsado de la cancha en el Monumental?

-Fue un momento de calentura. No lo hizo pensando en ofender al hincha de Racing. Lo hizo como folclore del fútbol, con la adrenalina a mil, con todos los hinchas puteándolo y cagándolo. Lo primero que le salió fue hacer la franja de Boca, que habrá puesto locos a los hinchas de River. Pero Centurión ama a Racing, se crió acá y le debe mucho a Racing. Y está contento en este club.

Fuente: Diario Olé. 

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2 comentarios en “"Pensé en matarme, pero estoy más vivo que nunca"”

  1. Cuando los vemos jugar como contra River, somos muchos los hinchas q también pensamos en matarnos. A ver si seguimos jugando más parecido al partido con Rosario Central por favor...

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