Racing, el mejor regalo para Coudet

Se llena la boca de aire, si tiene torta individual. O quizá intenta apagar las velitas, en una torta familiar, abanicando con sus dos manos. ¿Por qué no pensar en que se la juega y acepta el desafío de hacerlo mediante aplausos? En épocas de pandemia de Coronavirus, todo es válido a la hora de festejar el cumpleaños. Sonríe Eduardo Coudet, y también Racing. Hoy a la distancia, pero siempre unidos desde el corazón. Un amor intenso y profundo que dejó el Chacho en todos los hinchas de la Academia. Un lugarcito en el corazón del DT también tiene la gente de la Acadé.

Hoy, el DT campeón y que nos hizo delirar de alegría (por el título y por su fútbol), está cumpliendo 46 años. Y lógico que se celebra en Avellaneda. Ese técnico que logró que todos mirarán a Racing con envidia, que generó elogios en figuras mundiales como Mourinho y que le devolvió a la Academia ese estilo de juego de los mejores tiempos. De esos en los que Racing marcaba el camino del fútbol argentino.

Un técnico audaz y con ideas claras dentro de la cancha, un loco lindo afuera. Carismático y muy desfachatado, dueño de una locura propia de los colores de la Academia. Porque "para venir a Racing se necesita un poco de locura, y otra cosita... Y ay arriba y arriba y arriba iré, por la Acadé por la Acadé". El Chacho lo hizo. Conquistó a todo el pueblo académico con su personalidad, con su laburo, con sus ganas y respetando siempre el lugar donde estaba. Llevando a Racing otra vez a lo más alto.

Coudet, más que un técnico en Racing

Sin dudas que su paso no fue uno más. Y lógico que mucho tienen que ver los dos títulos que consiguió en un año, algo que no se daba desde hace 1967. Pero lo suyo trascendió de los logros. Fue mucho más allá. Cambió la cabeza del hincha, que dejó de pensar en ganar como sea. Hizo que la vara subiera mucho, muchísimo y endulzó el paladar de la gente que quería siempre más que un triunfo. Quizá el técnico más importante de los últimos 30 años...

También fue más que un técnico es un su trabajo. Casi en rol de dirigente o manager, el Chacho hizo uso del abono pleno de su teléfono en cada mercado de pases. Lo prendió fuego. Se fue a la casa en Campana de Sigali a convencerlo de que firme con la Acadé, le comió el coco a Donatti, apostó por Nery Domínguez, dejó en claro que era Cvitanich sí o sí, fue clave su charla con Centurión para que llegará en enero 2018, sedujo a una estrella como Mercelo Díaz. Y hay más: confió en Gabi Arias, se jugó un pleno con la panza del Churry Cristaldo, insistió por Reniero cuando todos miraban de reojo, le dio titularidad a Saravia y, para cerrar una trabajo bárbaro, se ganó el cariño y la confianza de Licha López.

Refuerzos que, seguramente, no hubieran podido llegar si él no era el DT y mucho valor y confianza a los que ya estaban y sabía que podían ser deterinantes en su equipo. El enorme trabajo de un técnico que fue más allá de los partidos y de sus logros. Dejó un plantel exquisito que hoy disfruta y lleva por buen camino Beccacece. Pero Coudet, con ya 46 años en el lomo y mucho barrio, entendió por donde estaba el camino de Racing. Las formas de su salida quizá no fueron las adecuadas, pinchó un poco la fiesta, pero el título en su último partido volvió a poner la música al palo. De lo que no se perdió el Chacho, sin dudas, es de su regalo: haber quedado en la historia de Racing para siempre. Eso, no es para cualquiera. ¡Felicidades campeón! Y gracias.